A partir de los enfrentamientos del 11 de enero de 2007, los jóvenes cochabambinos han adquirido un sin fin de prácticas y discursos de tipo excluyente con respecto a los sectores populares. Esta exclusión deviene en racismo, a modo de diferenciación y división a través de los diversos espacios sociales, adoptados por los jóvenes como escenarios de distinción que mantienen la separación entre ambos sectores sociales. Existe discriminación y negación del "otro" expresados en los distintos productos comunicacionales utilizados por dichos jóvenes, a través de los cuales manejan un discurso político ciertamente contradictorio y a partir del cual se crearon imaginarios negativos sobre los sectores populares. Los jóvenes han formado "guetos voluntarios" para mantener la seguridad y especialmente para separarlos de los "otros", han llegado al límite de no solamente excluir, sino también tener el deseo de aniquilar.