Los hemangiomas son los tumores benignos más frecuentes de la infancia, suelen localizarse en cabeza y tronco, y en la mayoría de los casos tienden a involucionar espontáneamente. Los hemangiomas labiales tienen mayor riesgo de producir deformidades, cicatrices residuales o ulceraciones. Una minoría de casos, bien por su tamaño, su ubicación o su evolución complicada, requieren tratamiento, empleándose tradicionalmente corticoides orales. En los últimos años han aparecido casos tratados con propranolol oral con excelentes resultados. Presentamos un lactante varón de tres meses, sin antecedentes de interés, que presentaba un hemangioma en el labio superior que le dificultaba la succión y le provocaba una deformidad estética. Tras descartar patología asociada, a los cuatro meses comenzó tratamiento ambulatorio con propranolol oral en dosis inicial de 1,5 mg/kg/día, con buenos resultados y sin complicaciones. La evolución fue satisfactoria, disminuyendo el tamaño y el color de la lesión. Consideramos que el propranolol es una opción terapéutica eficaz y segura, y aunque son necesarios estudios clínicos amplios en los que el mecanismo de acción, la dosis y la duración del tratamiento queden aclarados, queremos destacar la figura del pediatra de Atención Primaria en la detección de posibles efectos adversos, en el seguimiento del paciente y en el apoyo a la familia.
Hemangiomas are the most common benign tumours in childhood, usually located in the head and neck, and most of them suffer a spontaneous regression. Lip hemangiomas have a higher risk of causing deformities, residual scarring or ulceration. A minority of cases, either because of size, location or their complicated evolution, require therapy, traditionally using oral corticosteroids. In recent years, excellent results have been obtained in cases treated with oral propranolol. We present the case of a 3-month-old male infant, with no history of interest, who had a hemangioma in his upper lip that made suction difficult and produced an aesthetic deformity. After ruling out associated pathology, at the age of 4 months our patient began outpatient treatment with oral propranolol with an initial dose of 1.5 mg/kg/day, with good results and without complications. The evolution was satisfactory, and the size and colour of the injury were reduced. We believe that propranolol is an effective and safe therapeutic option, and although comprehensive clinical studies are needed in which the mechanism of action, dosage and duration of treatment are clarified, we would like to highlight the important role of the primary care pediatrician in the detection of possible adverse effects, in patient monitoring, and in family support.