Becerra no sólo revela la sorpresa de una etimología, sino que va más allá al introducirnos en aquello que él llama "su naturaleza"; es decir, un ir a apreciar la naturaleza misma de la palabra. Encontrar naturaleza en la palabra "taquirari" es, en Becerra, tocar la selva, escuchar infinitos ríos, aves y animales, pero, sobre todo, reconocer un ritmo particular. Es un tiempo lleno de vida, veloz y confígurador de secretas imágenes: taquirari, raíz-flecha.