Introducción
Se habla de medicamentos biológicos al referirse a principios activos que se obtienen
a partir de material biológico, como fluidos, tejidos humanos o animales, o microorganismos.
Cuando estos medicamentos se obtienen a partir de sistemas vivos en los que se ha
implantado material genético con la tecnología del ADN recombinante, se les llama
medicamentos biotecnológicos. Actualmente estos medicamentos están totalmente incorporados
al arsenal terapéutico. Fármacos como la epoetina, los análogos de la insulina, la
hormona del crecimiento y los anticuerpos monoclonales se han introducido en terapéutica
y han sustituido, en algunos casos a los de síntesis química. Una vez que ha caducado
la patente, se han empezado a producir y comercializar «copias» de estos productos
originales al igual que aparecieron los genéricos con respecto a los medicamentos
de origen químico. A estas copias se les ha llamado biosimilares
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¿Por qué no hablar de genéricos en vez de biosimilares?
Los genéricos son productos sintetizados por procesos químicos fácilmente reproducibles
y con un estudio de bioequivalencia se puede mostrar que el producto que se obtiene
es idéntico al de referencia. La reproducibilidad de los procesos de producción biotecnológicos
entraña ciertas dificultades y pequeñas variaciones, en el proceso pueden comportar
cambios o modificaciones en la estructura de la molécula. Aunque el biosimilar y el
de referencia han de ser el mismo, desde el punto de vista molecular y biológico,
pueden no tener una estructura totalmente idéntica, por ejemplo proteínas con la misma
secuencia de aminoácidos pero alguna diferencia en cuanto a la glicosilación, la desaminación
o la oxidación, así como en la estructura terciaria
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¿Qué aportan los medicamentos biosimilares?
Los medicamentos biotecnológicos han supuesto para algunas enfermedades como la artritis
reumatoide o para el abordaje de algunas neoplasias un cambio importante en su pronóstico.
Sin embargo, el coste del tratamiento de la mayoría de medicamentos biotecnológicos
es muy elevado, hablamos de varios miles de euros por paciente. Ello ha contribuido
al incremento del gasto en medicamentos, sobre todo en hospitales donde son mayoritariamente
prescritos y dispensados. En España, en el año 2011, el coste de estos fármacos supuso
casi un 30% del gasto total en medicamentos a cargo del Sistema Nacional de Salud.
En Europa, en el año 2013, 8 de los 10 medicamentos que generaron más gastos fueron
biológicos. La finalización de la patente de algunos de los biotecnológicos en la
Unión Europea en el año 2001, ha permitido comercializar biosimilares y abaratar los
costes, ampliando el acceso a más pacientes1, 2, 3.
¿Cómo se asegura la biosimilitud?
Debido a los cambios en la estructura de la molécula biosimilar, consecuencia de las
dificultades en la reproducibilidad de los procesos de producción, la Agencia Europea
del Medicamentos (EMA) es más exigente que en el caso de los genéricos para establecer
que un fármaco es biosimilar. Es necesario disponer de estudios preclínicos y clínicos
sobre la eficacia en comparación con el biotecnológico de referencia para alguna de
las indicaciones previamente aprobadas, así como datos sobre la seguridad, sobre todo
en referencia a su inmunogenicidad. Si hay una adecuada justificación científica,
los biosimilares se autorizan también para otras indicaciones que tiene aprobada el
medicamento de referencia basada en la extrapolación de datos.
La EMA ha establecido unas directrices sobre qué tipo de estudios son requeridos en
función de las características del medicamento y las áreas o indicaciones clínicas
en las que vaya a ser aprobado el medicamento biosimilar. También exige, como si se
tratara de un nuevo medicamento, un plan detallado de gestión de riesgos y un programa
de farmacovigilancia que asegure un seguimiento después de su autorización. Por lo
tanto, para su aprobación como biosimilar, es necesaria la demostración de una similitud
de las propiedades fisicoquímicas y la actividad biológica entre el biosimilar y el
producto de referencia, una similitud en el efecto clínico entre les indicaciones,
el mecanismo de acción y los receptores, y la caracterización del perfil de seguridad
del biosimilar.
La EMA no se posiciona sobre si el fármaco biosimilar y el de referencia son intercambiables
y deja su regulación a cada estado. En España, es posible el intercambio de forma
consensuada con el médico si se ha aprobado en la comisión farmacoterapéutica, sin
embargo no son sustituibles en la farmacia comunitaria
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¿De qué fármacos biosimilares disponemos actualmente?
En la tabla 1 se presentan los medicamentos biosimilares autorizados hasta el 2017
por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). La EMA también
ha aprobado biosimilares de enoxaparina sódica, teriparatida y adalimumab que todavía
no están autorizados en España
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Tabla 1
Medicamentos biosimilares autorizados hasta 2017 por la AEMPS
Tabla 1
Principio activo
Nombre comercial
Fecha de autorización AEMPS
Epoetina zeta
Retacrit®
Julio 2007
Epoetina alfa
Binocrit®
Febrero 2008
Filgrastim
Zarzio®
Marzo 2009
Ratiograstim®
Diciembre 2009
Nivestim®
Octubre 2010
Accofil®
Marzo 2015
Somatropina recombinante
Omnitrope®
Febrero 2014
Folitropina alfa
Bemfola®
Junio 2014
Ovaleap®
Febrero 2015
Infliximab
Inflectra®
Marzo 2014
Remsima®
Junio 2014
Flixabi®
Julio 2016
Insulina glargina
Abasaglar®
Mayo 2015
Lusduna®
Marzo 2017
Etanercept
Benepali®
Febrero 2016
Rituximab
Truxima®
Abril 2017
AEMPS: Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
De los biosimilares disponibles actualmente, la mayoría son de uso hospitalario. Podemos
afirmar que el primer biosimilar de prescripción en atención primaria es la insulina
glargina. De las 2 especialidades aprobadas, solo Abasaglar® está actualmente comercializada.
Disponemos de estudios preclínicos que confirman la similitud estructural de las 2
moléculas de insulina, así como la similitud farmacodinámica y farmacocinética. Además,
se han realizado ensayos clínicos sobre su eficacia que ha mostrado la no inferioridad
con respecto a la insulina glargina de referencia. En estos estudios tampoco se han
observado diferencias en relación a la inmunogenicidad. Como recomendación general
se reserva Abasaglar® para el paciente que inicia insulinización y en caso de querer
intercambiar por la insulina glargina de referencia, las dosis serán las mismas y
se aconseja un seguimiento estricto los primeros días
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