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      Horizontes Decoloniales / Decolonial Horizons is published by Pluto Journals, an Open Access publisher. This means that everyone has free and unlimited access to the full-text of all articles from our international collection of social science journalsFurthermore Pluto Journals authors don’t pay article processing charges (APCs).

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      Una «experiencia religiosa» surgida del manga y el anime : Las bases de las características sagradas del Seichi Junrei

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            Abstract

            En la sociedad japonesa actual, la cual está institucionalizada como laica, podemos encontrar sistemas de creencias y espiritualidades que se desvinculan de la propia noción de religiosidad. Como consecuencia de este factor colonial del significado conceptual, las manifestaciones que surgen de las clases populares se han delimitado en aspectos concretos de la cultura que generan una escasa implicación dentro del campo de estudio religioso. Con el fin de visibilizar dichos fenómenos emergentes, el presente artículo tiene como objetivo introducir el Seichi Junrei y sus diferentes prácticas como ejemplo de experiencia religiosa entendida desde la perspectiva del decolonialismo.

            Translated abstract

            Na sociedade japonesa de hoje, institucionalizada como secular, podemos encontrar sistemas de crença e espiritualidades que são desligados da noção de religiosidade. Como conseqüência deste fator colonial de significado conceitual, as manifestações que emergem das classes populares têm sido delimitadas em aspectos específicos da cultura que geram um envolvimento escasso dentro do campo do estudo religioso. A fim de tornar visíveis estes fenômenos emergentes, este artigo visa apresentar o Seichi Junrei e suas diferentes práticas como um exemplo de experiência religiosa entendida a partir da perspectiva do descolonialismo.

            Translated abstract

            In today’s Japanese society, which is institutionalized as secular, we can find belief systems and spiritualities that are detached from the notion of religiosity. As a consequence of this colonial factor of conceptual meaning, the manifestations that emerge from the popular classes have been delimited in specific aspects of culture that generate a scarce involvement within the field of religious study. In order to make these emerging phenomena visible, this article aims to introduce the Seichi Junrei and its different practices as an example of religious experience understood from the perspective of decolonialism.

            Main article text

            Introducción: de los otaku al decolonialismo de la religión

            El Seichi Junrei, o la peregrinación a los lugares sagrados de la animación, es una modalidad turística autóctona de Japón que surgió en el año 1992 que alcanzó una amplia repercusión en el año 2008 con el aumento de visitantes al santuario de Washinomiya, en la prefectura de Saitama (Imai, 2010a, 2010b; Andrews, 2014). Se trata de una modalidad turística inducida por las obras mediáticas cuyas bases sirvieron como referente para establecer las distintas estrategias del turismo de contenido (Mor, 2022). La particularidad de esta modalidad de viajes nace por su carácter comunitario, dado que los integrantes del denominado fandom [aficionados] son los impulsores y promotores de la actividad (Okamoto, 2011a, 2011b). A diferencia del turismo que surge como actividad puramente económica, el Seichi Junrei se establece como una peregrinación en búsqueda del elemento sagrado—contenido—que desdibuja la frontera entre realidad y ficción.

            A pesar de que en años posteriores a su origen fue adoptado como una alternativa turística por las diferentes regiones con el fin de atraer a turistas internacionales (Seaton y Yamamura, 2014), estas peregrinaciones forman parte del patrimonio simbólico de la cultura japonesa que ha logrado trascender y adaptarse al tiempo presente. Su vinculación con la religión Shintō—la cual ha logrado sobrevivir a los intentos de colonialismo interpretativo del ser religioso europeizante—, hace de esta modalidad de viajes un objeto de estudio muy innovedoso a fin de indagar en las formas en que la espiritualidad, el gusto y los espacios se mimetizan para subsistir en un entorno cambiante.

            Vincular el sentido religioso con la industria de contenido nos lleva a plantear la relación que se establece entre la religiosidad popular y el significado mismo del concepto religión. Recordemos que la categoría «religión» fue una imposición occidental sobre Japón que devino en lo que hoy conocemos como «religiones japonesas» (Fitzgerald, 2000). Al respecto, Jason Ānanda Josephson (2012) afirma: «La palabra «religión» es un término fundamentalmente eurocéntrico que de todas formas funciona, por muy bien disfrazado que esté, para describir una similitud percibida con el cristianismo europeo» (p. 9).

            Cuesta de asimilar, si se analiza el fenómeno desde un prisma occidental, que unos aficionados—convertidos en peregrinos—acudan a los santuarios buscando la manifestación de su motivación o, inclusive, su fe. Es más, es inimaginable desde el punto de vista eurocentrista que los propios espacios, es decir los templos sagrados donde moran las divinidades, se adapten para atraer visitantes cumpliendo con sus demandas. Ya sea mediante cartelería, imágenes solapadas o incluso la alteración de los artículos rituales, determinados santuarios japoneses—tales como Kanda jinja en Akihabara o Kameari Katori jinja en Kameari; ambos en el área metropolitana de Tokio—han integrado el simbolismo popular como hecho místico, respetable e incorporable. En este sentido, la experiencia religiosa de los devotos Shintō se mimetiza con las necesidades de los aficionados que tratan de acercarse físicamente a lo abstracto y místico que modula su complacencia personal.

            Desde esta perspectiva, debemos de abordar la temática del Seichi Junrei y sus distintas prácticas mediante un proceso de decolonialización del propio sentido religioso impuesto por las directrices del Norte Global, abrazando así nuevas formas y experiencias religiosas creadas desde la cultura popular. A pesar de la influencia colonizante ejercida en el pasado sobre Japón—especialmente con el forzamiento a su apertura a Occidente en el siglo XIX y los eventos pos-Segunda Guerra Mundial en el siglo XX—, la subordinación a través de actos explícitos e inclusive la subliminalidad de los mensajes de las potencias hegemónicas que influyen en la cotidianidad son evidente (Quartucci, 1986). No obstante, una parte de las clases populares logró generar una concepción propia de la experiencia religiosa mediante el trasvasamiento de las prácticas milenarias y el gusto mediático.

            Por lo tanto, desde una perspectiva decolonial, la peregrinación a los lugares sagrados de la animación es parte del fenómeno religioso amplio desde una postura que abraza y respeta las acciones que dan sentido a la espiritualidad de las personas incluso en ausencia de un lenguaje religioso técnico. Es decir, esta experiencia se considera parte de una acción fandom, aunque inconscientemente muestre todos los elementos propios de la religiosidad popular. Del mismo modo, la asimilación por parte de los santuarios de la simbología popular no es más que un ejemplo de supeditación de las voluntades eclesiásticas al servicio del pueblo, donde la base popular es el centro de la experiencia de fe.

            Gracias al estudio del Seichi Junrei podemos descodificar las distinciones que se presentan entre lo que las personas consideran sobre sí mismas y sus experiencias, inscribiendo estas últimas dentro del campo de estudio de los fenómenos religiosos. A diferencia del significado mismo que otras creencias hegemónicas dan sentido al término religión, los cultos ancestrales—como es el Shintō—han sido menoscabados de relevancia más allá de su valor cultural que incluso ha afectado a sus creyentes de origen. Las imposiciones coloniales del sentido «religioso» hicieron que sus interpretaciones se inscribieron dentro de los modos europeos, desplazando así el sentido mismo de la espiritualidad propia de Japón hacía un factor considerado meramente tradicional y desprovisto de sentido religioso.

            Japón, una nación que abrazó forzosamente el laicismo por las fuerzas coloniales a finales de la II Guerra Mundial, se convirtió en un país no religioso. Según Federico Lanzaco Salafranca (2008: 264), el término Shūkyō [Religión] provoca actualmente incomodidad y desagrado para la amplia mayoría de las clases populares. Esto tiene un antecedente puntual, es decir, tras la expropiación del sagrado linaje del Emperador Hirohito, la sociedad japonesa abrazó la mirada que el «progresismo» colonizador atribuía a la fe de las personas colonizadas como actos de “ignorancia” y “superstición”. A pesar de este factor, y basándonos en el trabajo de Ian Reader (1991), el Shintō y el sentido religioso ancestral forman parte del ADN de la vida cotidiana del pueblo japonés. Por lo tanto, es coherente que esto se expresa en todos los aspectos de la cotidianidad de las personas, inclusive las producciones del entretenimiento de manga y anime.

            Respecto de lo anterior, existen varios ejemplos de la vida cotidiana. El uso de omamori [amuletos] para llamar a la fortuna ante un examen, la visita al templo el día 1ª de enero—lamado Hatsumōde en japonés—, la etiqueta del uso de los hashi [palillos] al comer los boles de arroz, la colocación de emadō [expositor de tablillas ema] durante la celebración del matsuri [festival de verano] conmemorativo del día del orgullo en Tokio o la colocación de los kadomatsu como elemento decorativo del comienzo de año, son parte de la persistencia del sentido religioso dentro de una sociedad “laica” en constante transformación (Reader, 1991). Como vemos, el problema no radica en la desvinculación de los sagrado de la vida de las personas, sino en la visión colonial de la espiritualidad que provoca que Japón y Occidente sigan negando la existencia de experiencias religiosas propias de su cultura y su gente. Por este motivo, el estudio del Seichi Junrei nos muestra una forma de decolonialismo de forma inconsciente, el cual construye prácticas culturales basadas en el sentido religioso sin el prejuicio occidental colonial.

            Por este motivo, el presente artículo se inscribe en una deconstrucción del fenómeno religioso popular tomando el caso del Seichi Junrei y sus diferentes prácticas rituales. A través de la revisión de la literatura académica y las observaciones etnográficas desarrolladas en el año 2019, expondremos las características de dichos espacios sagrados y sus respectivos rituales. Nuestro objetivo, además de trazar unas bases de estudio, radica en abrir la puerta de un fenómeno pormenorizado y anclado dentro de la sociología otaku (Okamoto, 2009) para expandir sus interpretaciones dentro del campo de los estudios religiosos vinculados a las clases populares. A su vez, queremos mostrar la capacidad que tiene el sentir religioso autóctono de transformarse y adaptarse a las circunstancias históricas que lo preceden, siendo estas peregrinaciones un ejemplo de lucha reivindicativa frente a las imposiciones coloniales del modo en que se vive la espiritualidad.

            La controversia conceptual de las peregrinaciones de aficionados

            Tras la entrada en vigor de las políticas de kokusaika (Goodman, 2007)—es decir, la internacionalización de los productos japoneses para fomentar la marca país—promulgadas por el primer ministro Yasuhiro Nakasone en el año 1986, la expansión de la industria de contenido y las artes mediáticas adquirieron una nueva perspectiva de desarrollo que captó la identidad de la nación (Daliot-Bul, 2009). Estas primeras iniciativas trataron de llamar la atención del público internacional que, a través de la imagen dentro del contenido, redefinieron la imagen general del «antiguo Imperio tradicional japonés».

            Siguiendo estas líneas—en el año 2001—el gobierno del primer ministro Junichiro Koizumi fue el encargado de dinamizar las prácticas del uso de las demandas como factor de reclamo y dinamizar el proyecto de la Kankō Rikkoku [nación turística]. A pesar de que las políticas estratégicas utilizaban el manga y el anime como forma simpática de atraer a los extranjeros, el objetivo comercial y la expansión del mercado eran prioritarios más allá de los objetivos nacionales (Leheny, 2006). La influencia de la globalización y la estructura del mercado, condicionarán la estrategia utilizada por Japón en el panorama global, adaptando sus productos a las demandas de culturas ajenas. Mediante el Soft Power, que podría ser considerado un mecanismo de colonización subliminal, Japón expandirá su imagen y reconocimiento a escala global que derivará en un aumento paulatino de su relevancia dentro del panorama internacional. En este sentido, a través del manga/anime la nación tratará de impulsar el turismo con el fin de establecer un modelo económico a largo plazo, utilizando el gusto de los extranjeros como motivador de la demanda de consumo dentro del país.

            Los viajes motivados por el manga y el anime de la década de 1990 fueron la piedra angular de las campañas de branding turístico nacional forjadas durante el período del Cool Japan (2009–2013) (Mor, 2022). La capacidad de las obras por atraer a los visitantes a los espacios reales inducidos en su contexto planteó las bases estratégicas del turismo de contenido, el cual favoreció al incremento de turistas internacionales atraídos por su afición. A pesar del reciente aumento que vincula el país con su industria mediática, las líneas que trazan el Seichi Junrei deben sus bases a las distintas prácticas religiosas que el Shintō ha forjado durante milenios en el país. Las diferentes prácticas y rituales que los aficionados al contenido emularon muestran la capacidad de evolucionar del sentir religioso y adaptarse a las necesidades propias de cada contexto histórico. Es por esta importancia histórica dentro del conjunto estratégico nacional, junto al desarrollo de nuevas formas de entender la religiosidad, que debemos de prestar atención a sus orígenes y mecánicas para establecer las líneas de actuación que posteriormente influirán en la construcción de la Kankō Rikkoku.

            Las investigaciones sobre el desplazamiento de los aficionados a los espacios vinculados con el contenido supone un reto a nivel interpretativo por la pluralidad de términos utilizados. Los académicos que han abordado la materia han empleado terminologías como Seichi Junrei (Okamoto, 2009), Mirage tour (Yamamura, 2008; Hashimoto, 2006; Iwai, 2009), Content tourism (Seaton y Yamamura, 2015), Turismo otaku (Almeida y Silva, 2018) o Media pilgrimage (Sabre, 2017), para designar dichos desplazamientos turísticos. Este factor produce una realidad compleja de difícil interpretación que causará la homogeneización del término a turismo de contenido, dada la ambivalencia terminológica al designar un objeto de estudio. Las investigaciones posteriores que han analizado el desplazamiento de aficionados enfatizan el motor comunitario y el impacto turístico en modelos cuantitativos, factor que consideramos excluye el análisis del contenido como factor motivante. Es por esto por lo que observamos que en determinadas investigaciones se ha homogeneizado el análisis del fenómeno, las cuales han causado disparidad de criterios en las bases que constituyen el discurso del desplazamiento de aficionados. Desde nuestra perspectiva, consideramos que para entender este fenómeno necesitamos precisar su origen etimológico, ya que su interpretación dependerá de su concreción, factor que nos obliga a posicionarnos dentro del debate.

            El contenido como herramienta de diferenciación

            El término Seichi Junrei se popularizó tras la publicación del estudio «Seichi Junrei: anime, manga, 12-kasho meguri» [Doce lugares de peregrinación del manga y el anime] de Shundō Kakizaki (2005), en el cual analizó el incremento en el número de visitantes al Tarō Inari jinja en la prefectura de Okayama y expuso once localizaciones que sufrieron un aumento de la actividad por su vinculación con el contenido. Gracias a las aportaciones del citado autor, Takeshi Okamoto (2008) hizo uso de la palabra Seichi Junrei para designar esta nueva tipología de turismo en el contexto del Cool Japan, la cual fue respaldada por una extensa mayoría de académicos (Andrews, 2014; Sakamoto y Nakajima, 2014; Nishijima, 2020) e incluso por el Keizai Sangyōshō (Keizai Sangyōshō, 2012).

            A pesar del uso generalizado del término y su contextualización original, autores como Hiroyuki Hashimoto (2006) sostienen que podemos encontrar antecedentes al fenómeno del Azabu Hikawa jinja en la década de 1990, poniendo como ejemplo el caso del Festival de Uesugi tras ser mencionado en la obra Mirage of Blaze (Kuwabara, 1990). A partir de este caso, el autor denominó a este fenómeno Mirage tour, en el que las aficionadas acudieron en masa a la ciudad de Yonezawa en el año 1992 por el vínculo emocional con la citada obra. Según el autor, este nuevo modelo turístico no solo influyó al aumento de visitantes al festival, sino que también incrementó la exploración urbana por los espacios colindantes en búsqueda de otros escenarios que aparecen en la novela.

            Desde esta perspectiva, Nobuharu Imai (2009) sostiene que el Mirage tour creado por las aficionadas de la obra Mirage of Blaze es considerado el primer ejemplo catalogado del nuevo turismo contemporáneo motivado por la animación, que a su vez fue el primer signo de patrimonio turístico femenino inducido por la industria de contenido. Partiendo de este punto de vista, autores como Takayoshi Yamamura (2015–2018) defienden el término Mirage tour como concepto que hace referencia a las visitas de los lugares motivados por el contenido, del mismo modo que Okamoto (2008) defiende la etimología basada en el Seichi Junrei generando así el debate terminológico.

            Independientemente del término, desde una perspectiva temporal e interpretativa, ambos espacios sufrieron un incremento del número de visitantes atraídos por el contenido en el año 1992. Tomando en consideración estas afirmaciones que comparan el contexto y el motivo de visitar un lugar, podríamos afirmar que ambas tesis son correctas en lo que concierne al significado, pero identificamos particularidades que defienden una postura clara. Con el objetivo de entrar en el debate prestaremos atención al contenido de los materiales motivadores, ya que en ellos reside la diferencia sustancial entre ambas interpretaciones.

            A diferencia del marco metodológico de los anteriores estudios, en el que se establece la contextualización etimológica a partir del aumento de visitantes a un espacio concreto, nuestra postura defiende una interpretación basada en las obras que motivaron los desplazamientos de los diferentes perfiles de visitantes.

            Mirage of Blaze es una novela ligera escrita por Mizuna Kuwabara (1990)—adaptada luego al manga (Kuwabara, 1994) y finalmente producida como anime (Susumo, 2002)—cuya narrativa basada en los romances históricos seguía las líneas argumentales de los denominados Taiga dramas populares en la década de 1980. Según Seaton (2015), los Taiga dramas son series retransmitidas por la Nippon Hōsō Kyōkai—la corporación radiodifusora de Japón, conocida públicamente como «NHK» por sus siglas en japonés—en un horario de máxima audiencia que narran las aventuras dramáticas de una figura de importancia histórica nacional. El citado autor evidenció la importancia de esta tipología de obras para motivar el turismo cultural a partir de la afinidad con sus protagonistas, gracias al uso de los escenarios reales que aportan un valor añadido a la narrativa. En este contenido se hace referencia a personajes y momentos históricos del pasado, protagonizados por actores atractivos y populares, que hicieron posible el auge de aficionados al género histórico que motivó al aumento de los flujos de visitantes en determinados territorios del país. A pesar de la relevancia del uso de dramas para la transmisión del conocimiento histórico, la función inductora del turismo es una característica evidente en esta tipología de géneros. Este factor se evidencia al finalizar el capítulo semanal en el que se realiza un breve documental de los escenarios y los hechos históricos que aparecen en el contenido, aportando así el valor añadido real al drama de ficción (Seaton, 2015).

            Este nuevo fenómeno de desplazamientos—los cuales Seaton (2015) engloba como turismo de contenido—favoreció a la acuñación en el año 2008 del término Reki-jo para hacer referencia a las mujeres aficionadas al género romántico histórico «BL»—del inglés boy’s love [amor entre muchachos]—que peregrinaban motivadas por el contenido (Sugawa Shimada, 2015). A nivel etimológico, el término 歴女 [Reki-jo]—la contraccion de 歴史好きの女子 [rekishi-zuki no joshi]—está compuesto por los kanji 歴 [historia] y 女 [mujer], es decir, se puede interpretar como «mujeres aficionadas de la historia» que son las predecesoras de las primeras visitantes del Mirage Tour.

            Además de los factores narrativos que causaron el aumento de los flujos turísticos, la caracterización de los héroes históricos a través de actores atractivos y de amplia popularidad hicieron posible la expansión del fenómeno. Esta tipología de contenido ha evolucionado y adaptado a diversos soportes, pudiendo encontrar actualmente videojuegos, animaciones, dramas y aplicaciones móviles. La estética atractiva de sus personajes, junto con el valor añadido histórico de la narrativa, aportan una tipología de contenido que favorece al crecimiento de múltiples sectores como el turismo o la educación. Un ejemplo fue descrito por Akiko Sugawa Shimada (2015) tras analizar los memoriales conmemorativos de Ishida Mitsunari, donde el autor afirma que la imagen negativa asociada al personaje histórico fue reemplazada por atribuciones positivas—cute [lindo], ikemen [atractivo], handsome [bello], entre otros—en las áreas de peregrinación motivadas por la obra Sengoku no Basara (Kawasaki, 2009).

            A raíz de la popularidad de este tipo de contenido, las mirajennu—término que hace referencia a las visitantes del Mirage Tour (Hashimoto, 2006)—peregrinan hacia lugares históricos motivadas por la búsqueda de la conexión emocional entre sus personajes de ficción y las figuras históricas (Sugawa Shimada, 2015). Del mismo modo que ocurre en el Seichi Junrei, se reportaron casos de tablas ema deseando la felicidad a los protagonistas de la obra (Sugawa Shimada, 2015), evidenciando físicamente el vínculo entre la ficción y la realidad.

            Desde esta perspectiva, se nos presenta una dicotomía en el momento de atribuir un término dentro de dos significaciones que representan el mismo objeto de estudio. Autores como Sugawa Shimada (2015) han diferenciado ambos fenómenos por el público objetivo resultante, dividiendo así el Seichi Junrei para varones y el Reki-jo para mujeres en roles de género atribuidos al gusto por la temática del contenido. A pesar de no secundar esta afirmación—dado que consideramos que la homogeneización del público objetivo provoca debilidades al desarrollar una estrategia turística—coincidimos con el autor al afirmar que la influencia del contenido histórico (real), plasmado en obras mediáticas (ficción), representa la diferencia sustancial entre el Seichi Junrei y el Mirage tour (o Reki-jo).

            A pesar de que el proceso de peregrinar sigue patrones similares en los casos del Seichi Junrei y el Mirage Tour, consideramos que la diferencia principal reside en la concepción de la obra que actúa como motivador (Figura 1). En el Mirage tour las obras están inspiradas en acontecimientos reales que han sido romantizados, donde a partir de la inducción atractiva de los hechos históricos se motiva a consumir los espacios patrimoniales. En este sentido, consideramos que el visitante que frecuenta estos lugares busca los sucesos históricos que allí se desarrollaron y que son inducidos en el contenido de forma atractiva e idealizada. En el caso del Seichi Junrei, los visitantes tratan de buscar el vínculo entre la ficción y la realidad creado a partir de su propia imaginación, aportando un nuevo valor simbólico a un espacio determinado. Por ende, en el caso del Mirage tour o su evolución al Reki-jo el contenido acentúa la singularidad ya existente dentro del territorio, mientras que el Seichi Junrei aporta una nueva percepción del lugar.

            Figura 1.

            Esquematización de las diferencias entre Mirage tour y Seichi Junrei

            Desde esta perspectiva, consideramos que la terminología adecuada para designar la peregrinación de aficionados motivados por la industria de contenido sería Seichi Junrei, dado que vincula la contextualización espacial del origen del fenómeno y las atribuciones simbólicas que modulan la práctica turística. Por otra parte, consideramos que el término Mirage tour hace referencia a los antecedentes del fenómeno Reki-jo, un movimiento en auge durante el transcurso de nuestra investigación con múltiples oportunidades a nivel académico.

            El vínculo con la religiosidad no termina con la etimología utilizada para designar al término, sino que trasciende hasta establecer una base práctica que se desarrolla dentro de los espacios sagrados. Con el fin de profundizar en el origen del fenómeno, en el siguiente apartado analizaremos las características especiales que convirtieron los santuarios religiosos en lugares de peregrinación de aficionados. A través de los estudios de Okamoto (2008), propondremos nuevas interpretaciones que vinculan las atribuciones simbólicas de los espacios de culto con las prácticas realizadas por aficionados de la animación.

            Las características y prácticas rituales del Seichi Junrei

            A pesar de las diferencias del uso del contenido en los lugares visitados por los aficionados en el Seichi Junrei y el Mirage tour, las características de los espacios que impulsaron dicho turismo en la década de 1990 del siglo XX siguen patrones muy similares. La naturaleza religiosa del entorno y el uso de rituales sagrados, como herramientas de identificación dentro del espacio, hicieron posible la constatación de su origen y determinaron un patrón diferencial con el resto de tipologías turísticas. A partir de las siguientes características que han perdurado hasta la actualidad, interpretaremos la atribución simbólica del espacio y su vinculación con el contenido a través de las singularidades de los santuarios, los tiempos de visualización del contenido y los rituales religiosos.

            Los santuarios como espacios de peregrinación

            En los estudios del fenómeno provocado por el Seichi Junrei y el Mirage Tour, se considera que los templos y santuarios fueron los primeros espacios que sufrieron un incremento considerable del número de aficionados atraídos por el contenido (Hashimoto, 2006; Yamamura, 2008; Okamoto, 2008). Las investigaciones realizadas por Okamoto (2009), en las inmediaciones del área de Washinomiya, demostraron que la naturaleza propia de estos lugares de culto motivaba la peregrinación mediante un paralelismo interpretativo entre su función real y la atribución simbólica de los aficionados. Según el autor, existen tres atributos destacables que hacen posible la visita como parte de una propuesta de ocio para los aficionados.

            En primer lugar, los santuarios son ubicaciones extraordinarias, entendido en el sentido literal de la palabra, que generalmente son inusuales en la vida cotidiana de los aficionados. Son áreas tranquilas que se alejan del estrés de la ciudad y se consideran oasis dentro del ajetreado rumbo de la sociedad contemporánea. Estos espacios sobresalen de la rutina diaria de los peregrinos que deriva a una desconexión de las preocupaciones de su vida cotidiana y motivan al disfrute de una experiencia lúdica. En este sentido, los visitantes atraídos por la animación buscan en estas zonas este factor extraordinario donde el anime y la realidad se fundan en ellos y puedan experimentar sensaciones ajenas a la normalidad.

            En segundo lugar, los santuarios tienen una naturaleza pública independientemente de las motivaciones que impulsen la visita. Se trata de espacios de culto abiertos, donde los aficionados pueden acudir sin restricciones, en el que es poco probable que los peregrinos y la comunidad entren en conflicto preservando así el factor de la seguridad de la visita. En este sentido, los aficionados pueden desarrollar sus actividades dentro del santuario integrándose con las actividades que los devotos realizan, mimetizando así sus rituales sin perturbar la esencia del lugar.

            En tercer lugar, Okamoto (2009) destaca la naturaleza única de cada santuario por medio de los festivales estacionales (matsuri), los cuales incrementan la singularidad extraordinaria del espacio.

            Basándonos en estas características, Okamoto (2008) sostiene que los santuarios fueron los lugares adecuados para el desarrollo del Seichi Junrei, debido a la naturaleza misma de sus áreas y la capacidad de recibir a los peregrinos con indiferencia de su motivación. En este sentido, los peregrinos quieren visitar los lugares que aparecen en sus obras buscando mimetizarse con ellas, saliendo así de la rutina diaria y disfrutar de su afición, mediante el encuentro con ese valor añadido en el que su afición y la realidad se unen en un escenario en el que ellos son protagonistas. Partiendo de estas características, los santuarios se convirtieron en espacios donde el Seichi Junrei se podía desarrollar sin perturbaciones externas que causaron un aumento considerable de visitas. Así, consideramos que dichos centros religiosos responden a las demandas que los aficionados necesitaban para realizar la peregrinación (Figura 2), convirtiéndose en los primeros escenarios del Seichi Junrei.

            Figura 2.

            Relaciones entre la naturaleza de los santuarios y las necesidades de los aficionados

            Fe o las motivaciones que provocan la peregrinación

            Del mismo modo que los peregrinos motivados por el sentimiento religioso colonial, los aficionados sienten un vínculo especial y simbólico como consecuencia de su devoción por la obra que transcurre en el santuario; factor que sirve como desencadenante de su motivación que, según Okamoto (2008), se manifiesta durante el visualizado del contenido. Por esta razón, el autor plantea que hay varios niveles de procesamiento de la información que recibe un espectador hasta llegar a conocer la existencia del lugar y el deseo de peregrinar. Desde la perspectiva del contenido inducido por el anime, la visualización de la obra se considera una entrada de información (visual y auditiva) donde se exponen elementos que en ocasiones son desconocidos por el espectador. Tras el visualizado del contenido, el espectador recibe cierta información que interioriza y procesa en función de sus gustos, la cual puede llegar a provocar la motivación de visitar un determinado espacio. A través de las imágenes inducidas de una área determinada se produce un planteamiento de la opción de viajar, el cual se agraviará si el activo motivante aparece de forma asidua durante el contenido.

            Según el efecto de la mera exposición del psicólogo Robert Zajonc (1968), la exposición repetida de un determinado elemento hace posible el incremento de la relación del objeto con un pensamiento cognitivo de afecto o emoción por parte del receptor. Partiendo de este factor, Okamoto (2009) afirma que la relación del anime con esta teoría cognitiva radica en la emisión de los capítulos de las obras y la rutina del visualizado, los cuales hicieron posible la aparición de los primeros Seichi Junrei. En su contexto de origen, los aficionados visualizaban los capítulos de las obras en una franja concreta y un día determinado que convertía el visionado en un ritual semanal o diario. Este acto provocaba que el espectador fijará su entrada de información en un lugar y un tiempo concreto, lo cual causaba una mayor asimilación que provocaba un aumento de las posibilidades de motivar el consumo. Un caso concreto lo podemos encontrar en la obra Love Hina (Akamatsu, 1998–2001), en el que se nos muestra constantemente durante la trama la fachada del auditorio Yasuda de la Universidad de Tokio. Partiendo de los estudios de Okamoto (2011b), los consumidores que vieron el edificio de forma semanal llegaron a relacionar la imagen del espacio como algo cercano y con cierto afecto, derivando a un incremento del número de visitas en busca del vínculo con el contenido.

            La exposición prolongada a una imagen concreta creará una asimilación afectiva con el objeto (activo) y se establecerá cierta familiaridad que puede influir en la motivación del espectador, la cual será modulada en función de la afinidad con el contenido y la capacidad para desarrollar la visita. En este sentido, consideramos que los Seichi Junrei están determinados por el valor añadido que los consumidores otorgan tras visualizar el contenido, en el que la percepción del espacio actúa como «lugar de culto» donde se manifiesta su afición. Esta característica se puede vincular con la devoción de los peregrinos religiosos que buscan la constatación física de su fe, mediante la visita de la morada donde reside la divinidad para rendirle culto, que extrapolamos al caso de los aficionados que buscan el escenario «sagrado» que manifiesta físicamente su afición por medio de una experiencia de ocio.

            Partiendo de los estudios de la “geografía de culto” de Matt Hills (2013), los aficionados encuentran en estos santuarios la naturaleza dual que causa un proceso de interpretación afectiva que redefine el espacio físico, donde la obra actúa como símbolo abstracto al cual rendirle culto. El objetivo principal de estos visitantes es encontrarse con el escenario que aparece en la ficción y, posteriormente, inmortalizar los fotogramas reales que aparecen en el contenido a través de la práctica ritual del butaitanbō [caza de escenas] (Hernández, 2017). En este sentido, durante la experiencia se desarrollan diferentes actos rituales que son comparables con las prácticas religiosas Shintō, como es el caso de la contemplación del escenario como «objeto» (tesoro sagrado/ fotograma) que representa la «divinidad» (Kami-sama/escena y sus personajes). Desde esta perspectiva, los actos rituales del espacio sagrado de la animación se mimetizan con las prácticas religiosas de los peregrinos habituales y convierten a los Seichi Junrei en lugar de contemplación y devoción. Además de las prácticas de butaitanbō [caza de escenas] que fueron analizadas por Okamoto (2009) como acto de devoción propio del Seichi Junrei, consideramos que los rituales de colocación de ema vinculados a la animación se han convertido en la actividad más representativa de esta modalidad turística japonesa. De entre los diferentes actos queremos destacar los itaema por su importancia a nivel histórico, dado que este artefacto ritual ha sido la prueba que constata la transformación de un espacio Shintō a un lugar de peregrinación otaku.

            El itaema como ritual de peregrinación

            La práctica del ritual del ema forma parte de la religión Shintō con el que, mediante tablas de madera, los visitantes pueden enviar mensajes a la divinidad en búsqueda de su favor (Iwai, 1974). Se trata de un mecanismo con el que los humanos se comunican con la divinidad a través de una conversación íntima y privada, con la particularidad que se encuentran expuestas en espacios abiertos accesibles a cualquier visitante (emadō). Estas prácticas de diálogo entre los humanos y los Kami-sama fueron adaptadas por los primeros aficionados que frecuentaban los Seichi Junrei, las cuales se convirtieron en herramientas comunicativas que constataban los motivos de la visita.

            En el contexto de 1992, los mecanismos para socializar eran más complicados si son comparados con las herramientas online que disponemos actualmente. Los aficionados de la animación tenían dos opciones para relacionarse con otros miembros afines a sus gustos: una, rodeándose en círculos cercanos o, dos, acudiendo a eventos dedicados a ellos. En este sentido, y debido a la crítica negativa de los otaku en el momento, consideramos que fue difícil establecer relaciones sociales basadas en la afición por el temor a ser etiquetados socialmente (Ingulsrud y Allen, 2009). Conscientes de esta realidad, en la década de 1990 los aficionados empezaron a crear herramientas para la sociabilización y empezar a entablar relaciones con individuos afines, las cuales consideramos quedaron reflejados en el Seichi Junrei con la función ritual del ema.

            Con el uso de los itaema, una versión distorsionada del objeto tradicional, se consiguió suplir esta carencia de comunidad dentro del espacio sagrado que aparece en la animación (Imai, 2009). Los ema son utilizados para comunicarse con la divinidad, pero con una exposición pública, característica que fue utilizada por los aficionados para plasmar anotaciones o imágenes que representaran la motivación de su visita (Yoshitani, 2016). En este sentido, consideramos que la exposición pública de estos materiales facilitaba la identificación del espacio y generaba un sentido comunitario entre los aficionados que frecuentaban el lugar por medio de iconografías gregarias. Con la aparición de los ema vinculados al contenido y su adaptación itaema, podemos establecer la contextualización temporal del fenómeno gracias a la constatación física de las motivaciones de la visita (Okamoto, 2008: 9). A pesar de este factor, consideramos que es posible que se realizarán viajes motivados por la animación con anterioridad, pero la falta de evidencias físicas que determinen el acto hace que los investigadores concluyan que fueron los santuarios los primeros en recibir aficionados.

            Desde esta perspectiva, en el año 1992 se empezaron a observar ema con iconografías relativas a las obras de ficción Sailor Moon y Mirage of Blaze en las zonas interiores del santuario Azabu Hikawa (Seichi Junrei) y el santuario Uesugi (Mirage tour), constatando así el origen temporal y espacial de estas dos prácticas turísticas. Estos materiales muestran imágenes respetuosas y un lenguaje específico solamente reconocidos por los otros aficionados, con los que podían expresar con libertad sus emociones y sentimientos que el lugar les transmitía mientras generaban lazos con los otros miembros de su comunidad. Esta práctica continúa abiertamente extendida actualmente, convirtiéndose en un espacio de comunicación donde los aficionados pueden conocer a otros visitantes mediante la descripción de sus respectivas redes sociales.

            En este sentido, esta tipología de ema, denominados popularmente como itaema (Andrews, 2014), muestran unas características que se singularizan ante su homólogo ema religiosos. Con el fin de exponer sus particularidades, basándonos en las observaciones que Okamoto (2008) realizó en el momento de su investigación en Washinomiya y nuestras observaciones en el Suga jinja, el Azabu Hikawa jinja, el Kanda jinja, el Katori Jingū y el Fujimi Inari taisha (2018–2020), proponemos que existen cuatro rasgos característicos que configuran estas herramientas rituales (Figura 3).

            Figura 3.

            Propuesta de un modelo esquemático de la composición de un itaema

            En primer lugar, los ema están decorados con algún motivo que hace referencia a la animación que se desarrolla en dicho espacio. Las imágenes que aparecen son generalmente respetuosas, adecuándose al lugar donde serán colocadas, con el fin de respetar el área de culto y a la atribución simbólica que los aficionados otorgan a la zona implicada.

            En segundo lugar, es habitual encontrar la fecha y la firma del autor de dicho itaema e incluso el usuario de sus redes sociales, con el objetivo de promocionar sus distintos trabajos o establecer contacto social. Esta tipología ritual se ha convertido en un recurso recurrente en la promoción de artistas amateurs, los cuales quieren incrementar el número de seguidores y el reconocimiento de su arte.

            En tercer lugar, otro de los elementos característicos de los itaema es el uso de un lenguaje exclusivo y gregario. Según argumenta Okamoto (2011b), los textos que guardan relación con la obra mantienen un cierto paralelismo a los comentarios que podemos encontrar en comunidades online de aficionados, donde únicamente sus integrantes pueden entender el significado.

            En cuarto lugar, podemos encontrar el texto ritual donde los visitantes realizan peticiones a las divinidades del templo, del mismo modo que los ema tradicionales, en los que podemos encontrar comentarios dirigidos explícitamente a los personajes de la obra de ficción (Figura 4).

            Figura 4.

            Ejemplos de itaema localizados en distintos santuarios de Tokio

            A pesar de las características citadas, queremos destacar que la creación de los itaema no sigue un canon homogéneo, ya que pueden variar en función de las obras y el santuario donde se encuentren. En este sentido, consideramos que los itaema se han convertido en una manifestación artística propia de los lugares de peregrinación de la animación, transformándose en un símbolo para los visitantes que realizan los Seichi Junrei en constante evolución.

            En el lado adverso del ema podemos encontrar ilustraciones que representan el santuario donde se adquiere, aludiendo directamente a la singularidad propia de estos materiales. Las ilustraciones suelen ser imágenes que conectan directamente con la naturaleza sagrada del espacio mediante interpretaciones de la divinidad y otros símbolos religiosos. Debido a la influencia del contenido, es habitual que los templos que han visto incrementado el número de visitantes a causa del Seichi Junrei hayan adaptado la iconografía de los ema con el fin de complacer sus demandas. En este sentido, podemos llegar a considerar que la aparición de estos materiales dedicados a los aficionados supone un nuevo paradigma en las características religiosas del Shintō japonés. Partiendo de estas afirmaciones, consideramos que las categorizaciones tradicionales de los ema basándose en el tamaño (Iwai, 1974) pueden ser sustituidas en función de las imágenes que representan, asimilando así la importancia del turismo de contenido en las prácticas autóctonas del país.

            Durante nuestro período de investigación, hemos podido identificar tres tipologías de ema—sacro, mixto y temático—en los diferentes santuarios analizados que facilitan nuestra propuesta de clasificación. A través de la incorporación de nuevos elementos iconográficos para adaptarse a la demanda de los peregrinos, el Seichi Junrei establece nuevas formas de interpretar el acto religioso a partir de las siguientes tipologías (Figura 5).

            Figura 5.

            Propuesta de clasificación de los ema mediante la imagen expuesta

            La primera tipología hace referencia a la ritualidad tradicional del objeto de culto. Encontramos los «ema sacros» que muestran imágenes religiosas y relacionadas con el culto a la divinidad, los cuales suelen representar la esencia religiosa del santuario o algún elemento iconográfico representativo que puede variar en función de las festividades.

            En una segunda tipología encontramos una iconografía «mixta» donde se guarda relación con la obra de animación, pero sin perder la esencia religiosa del material. Suelen representarse lugares concretos del santuario que aparecen en el contenido, pero que a simple vista no mencionan la obra en concreto. Para los devotos no consumidores de la animación interpretan esta tipología de ema como un objeto tradicional, pero para los consumidores de la obra ven representado el espacio original de la obra sin hacer mención a ella.

            La tercera tipología hace referencia a los ema destinados para el público del Seichi Junrei que visita los santuarios. Cabe destacar que no debe de ser denominados itaema, dado que estos son creados por la espontaneidad y creatividad de los aficionados, mientras que esta tipología de ema temático forma parte de las ofertas del santuario. En estos materiales podemos encontrar iconografía de la obra que motiva a los peregrinos, los cuales suelen utilizarlos para crear los itaema o como souvenirs de recuerdo de su peregrinación. Estos ema se encuentran en los santuarios que han aceptado su condición de lugar de peregrinación para los fanáticos de la animación, los cuales no son extrapolables a otros espacios que quieren mantener su solemnidad religiosa—mediante ema mixtos—para no paganizar el recinto sagrado.

            Además de las características propias del significado religioso atribuido al ema y la promoción artística de los itaema, estos materiales también aportan un significado simbólico en el momento de encontrarse en un Seichi Junrei. A través de su función expositiva se crea un nexo de comunión entre las obras y los visitantes del contenido, convirtiendo al ema en un objeto tangible que constata el significado simbólico de la comunidad de aficionados. Además de este valor abstracto, los itaema son objetos de interacción entre usuarios—online o físicamente—que fomentan los lazos entre los miembros de la comunidad de aficionados, convirtiéndose en una práctica habitual de los Seichi Junrei (Figura 6).

            Figura 6.

            Espacio donde se practica el ritual del ema en el Kanda jinja

            En nuestra exposición hemos hecho referencia a las prácticas desarrolladas en los santuarios donde se practica el Seichi Junrei, pero debemos de contextualizar que no solamente se desarrolla esta tipología turística en dichos espacios. A lo largo del territorio, podemos encontrar lugares de peregrinación en zonas públicas que han sido utilizados para dar realismo a las obras de animación, los cuales posiblemente eran visitados por aficionados durante el contexto o con anterioridad al año 1992. Desde esta perspectiva, y como consecuencia de la escasa investigación sobre el origen del Seichi Junrei, no podemos determinar quiénes fueron los primeros visitantes que establecieron las bases de esta modalidad turística. La falta de evidencias físicas de los espacios cotidianos nos impide determinar si con anterioridad a los santuarios se producían peregrinaciones. Nuestra hipótesis sostiene que es probable que se produjeran, basándonos en las características públicas del lugar y los conflictos psicológicos y sociales que sufrían los aficionados en la década de 1990 durante el denominado Otaku Panniku [pánico otaku] (Kinsella, 1998, 2000; Hills, 2002; Ito and others, 2012; Galbraith, 2014). No obstante, y partiendo de las evidencias constatadas en los santuarios, podemos afirmar que el vínculo entre espacio y prácticas han convertido este fenómeno en un ejemplo de trasvasamiento entre un fenómeno de masas y la identidad religiosa.

            El Seichi Junrei se ha mimetizado con las prácticas distintivas de los ritos y características del Shintō milenario. La adaptación de dichas costumbres parte de la necesidad de las personas japonesas en su propio ser religioso en conexión con su legado espiritual, el cual—a pesar de que Japón es considerado una nación laica—sigue presente entre los integrantes que conforman las clases populares. Esta reminiscencia de las bases religiosas ha hecho posible que los visitantes que buscaban el fotograma de su obra convirtieran dicha hazaña en «algo» religioso. La búsqueda del valor añadido, la necesidad de las personas por peregrinar o los distintos ritos que se practican, hacen del Seichi Junrei una manifestación religiosa posmoderna. No obstante, como se muestra en el presente análisis, esta ha sido pormenorizada por la noción colonial del término «religión».

            Conclusión

            Los primeros viajes motivados por el contenido mediático han suscitado especial interés desde la implantación del Cool Japan y la conversión del manga y el anime como activo de la marca nacional. A pesar de que la etimología de Seichi Junrei, Mirage Tour o turismo de contenido ha proliferado a nivel académico, la necesidad de establecer unas bases firmes que sostienen el objeto de estudio nos hace necesario concretar su terminología. En el presente artículo hemos debatido el uso de Seichi Junrei y Mirage Tour—ambos fenómenos coetáneos en su contexto—posicionándonos mediante el contenido inductor, la vinculación abstracta entre el culto y la afición, y, sobre todo, en las pruebas rituales físicas que nos proporciona una contextualización temporal. Como hemos evidenciado en nuestro análisis, la concreción de los términos plantea las bases estratégicas que construyeron las campañas y proyectos desarrollados durante el Cool Japan. Estas utilizaban la inducción a través del contenido para generar un impacto económico, las cuales derivaron posteriormente en el turismo de contenido.

            A pesar de los factores por los cuales el contenido mediático provoca y motiva la peregrinación consideramos que las prácticas de Seichi Junrei progresivamente se irán reservando hacia los aficionados que sientan especial devoción por las obras representadas. Esto se debe a que, en las sociedades contemporáneas, las oportunidades y las cantidades de contacto con diversos estímulos en la vida cotidiana están aumentando debido a la popularización de los medios audiovisuales e internet, tal y como afirman los estudios que han medido su influencia a nivel cognitivo y emocional (Aparici and others, 2006). Este factor puede provocar una pérdida considerable de peregrinos que decidan experimentar el viaje, como consecuencia de la denominada «paradoja de la elección» (Schwartz, 2004), limitando así dichos espacios en función de su popularidad temporal o su sinergia simbólica con lo sagrado por parte de los aficionados.

            Esta consecuencia—a su vez—refuerza el sentir de la experiencia religiosa dentro de los márgenes de la decolonialización de lo religioso. El trasvasamiento de las prácticas del Shintō integradas en un turismo mediático ha convertido el Seichi Junrei en un concepto exclusivo del pueblo japonés donde las líneas de lo sagrado y lo profano se desdibujan. La adaptación de los espacios y sus formas de comunicarse con la divinidad/humano hace de esta modalidad turística un valioso patrimonio que—desde el año 1992—está en constante transformación. A pesar de sus variaciones, las bases que establecen sus características han sabido trascender a sus respectivos contextos, convirtiéndose así en un legado autóctono fruto de un elemento transcultural como es la industria de contenido.

            Por este motivo, consideramos que los fundamentos que hemos trazado muestran la necesidad de seguir explorando en las prácticas religiosas originarias de las clases populares que han quedado desplazadas de los estudios religiosos relativos a Japón. La capacidad de adaptar nuevas formas de religiosidad y—al mismo tiempo—desproveer de rigor la aplicación del sentido religioso eurocéntrico a contextos culturales ajenos, nos ayudará a crear y entender nuevas realidades que trascienden las líneas crípticas de las prácticas comunitarias de los otaku [aficionados]. A su vez, el estudio de las nuevas prácticas que nacen de las clases populares—con sus miedos, inquietudes, pasiones y gozos—nos mostrará una mayor comprensión del fenómeno religioso actual que se adapta y transforma para alcanzar la trascendencia. Al hacerlo, logra cubrir las necesidades de las personas de nuestra época, siendo el Seichi Junrei un ejemplo de estas.

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            Author and article information

            Contributors
            Journal
            10.13169/decohori
            Horizontes Decoloniales / Decolonial Horizons
            DH
            Pluto Journals
            2422-6343
            2545-8728
            11 August 2023
            : 8
            : 1
            : 145-180
            Affiliations
            [1 ]Institute Sophia
            Article
            10.13169/decohori.8.1.0145
            1b596bfa-36b5-4b94-a355-c4ecb74e8652
            © Cristian Mor

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            History
            : 21 March 2022
            : 27 February 2023
            Page count
            Pages: 36
            Categories
            Part II/Segunda Parte: Resistencias Poscoloniales de la Cultura

            Social & Behavioral Sciences
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